EL ESCORIAL y FONTAINEBLEAU en 1807.

 

 

 

Sucesos de El Escorial[1], 27 octubre 1807.

 

En primer lugar, es preciso situar sucesos los correctamente en su tiempo, pues en un mismo día, tuvieron lugar los sucesos de El Escorial y la firma del Tratado de Fontainebleau, y cinco meses después, los de Aranjuez.

Desde 18 de octubre de 1807, nueve días antes de firmarse el Tratado de Fontainebleau, que autorizaba a los franceses a entrar en España, ya estaban los soldados franceses en territorio español. Por eso, el 30 de noviembre, Junot había tomado Lisboa, sólo treintaitres días después de Fontainebleau.

El 18 de octubre de 1807, el general francés Junot había cruzado el Bidasoa entrando en España con intención de ir a Portugal. De hecho, llegaría a Lisboa a fines de noviembre. La entrada de un ejército francés en territorio español se legalizaba el 27 de octubre de 1807 por el Tratado de Fontainebleau[2]. Por este Tratado, se dividía América en varios territorios o virreinatos perpetuos, y Portugal en tres reinos asociados al de España, y se autorizaba a 28.000 franceses a entrar en España, acompañados en su viaje a Portugal por 27.000 españoles. Napoleón había visto la posibilidad de que Francia fuese una gran potencia comercial, si lograba establecerse en América, parte principal de sus deseos, y en España, que eran los puertos naturales de las zonas americanas que no accediesen a reconocer un rey francés. Hubo muchos españoles a los que no gustó un ejército extranjero dentro de España. No sabemos si veían la jugada de Napoleón en América, pero es posible que Napoleón estuviese complicado en el motín de Aranjuez. Los españoles culpaban a Godoy y a la reina María Luisa de imprudencia, y animaban al príncipe Fernando a dar un golpe contra Godoy.

 

11 días después de la entrada de Junot en España, tuvieron lugar los sucesos de El Escorial.

Los sucesos de El Escorial dieron comienzo a la revuelta de los privilegiados, primer signo de la revolución política que estamos considerando y ocasión para que ésta se produjese. La revuelta será un fracaso, y se repetirá en marzo de 1808 en Aranjuez, con aparente y efímero triunfo de éstos.

Había en España dos grupos principales de reformistas:

Los ilustrados, jansenistas, y liberales. Este grupo tuvo su momento político en la segunda mitad de 1808, bien en el bando de José I como afrancesados, o bien en el bando patriota como liberales, una minoría exigua entre los patriotas.

Los del partido nobiliario, que son denominados por los historiadores, en tiempos de Aranda: “grupo de Aranda”, “partido aragonés”, “partido español”, “partido castizo”, y ya en el siglo XIX: “partido fernandino”, “partido nobiliario”, “partido napolitano”, “el cuarto del príncipe Fernando”.

1807 y primera mitad de 1808 fueron el momento de los segundos, del partido nobiliario o fernandino:

Su ideología hablaba de una constitución histórica española, corrompida por los Austrias y, sobre todo, por los Borbones desde el XVI al XVIII, corrupción que había llegado al límite absoluto, hasta ser ignorada por un déspota como Godoy.

Entre ellos había gentes del clero, nobleza y militares, casi todo ellos xenófobos y antiliberales. No querían nuevas instituciones, sino la modificación de las existentes para recuperar el espíritu de las antiguas leyes de Castilla.

Su programa político era dar mayor participación en el gobierno a la nobleza, de forma que los nobles recuperaran los altos cargos de la Justicia y los de la Administración, en detrimento de la idea absoluta impuesta por Austrias y Borbones. Su modelo político pasaba por que el rey fuera el único en poder tomar decisiones, pero éstas debían ser adoptadas por nobles y clérigos entendidos, una especie de tutela sobre el rey absoluto. El partido nobiliario estaba en contra de la nueva nobleza de mérito, de los golillas, y se había equivocado en su día apoyando a Godoy contra Floridablanca. Godoy les había defraudado, y había pasado a ser su enemigo principal. El ambiente era tal, que la reina llegó a expulsar de Madrid hasta a ocho nobles por hacer chistes sobre Godoy.

Los Grandes estaban perdiendo su consideración social y habían tenido que devolver recientemente al rey lo que no podían demostrar que era suyo, y lo que habían usurpado a costa de baldíos, realengos y propios. También una parte de la nobleza les había defraudado, porque la nobleza cortesana se había corrompido, y entre los ilustrados, habían medrado también los frívolos y sinvergüenzas.

Los del “partido español o fernandino” no formaban un grupo muy homogéneo, no eran propiamente un partido. Por ejemplo, Francisco de Borja de Idiáquez y Palafox, duque Granada de Ega, era rival de Eugenio Eulalio de Palafox Portocarrero, conde de Teba, su yerno, y lograría su destierro a Ávila en 1794. Granada de Ega es muy significativo para nosotros en el pensamiento de la élite nobiliaria, porque escribió un discurso sobre la decadencia de la nobleza española, achacándola a la pérdida de privilegios y cargos, por culpa de los Borbones, que les daban dinero, pero les venían retirando poco a poco del Gobierno. Había que rebajar un poco la autoridad del rey y dar un poco más de poder a los nobles. El discurso fue prohibido por Carlos IV y quemado. Eran las mismas ideas que había expresado Aranda en años anteriores. Se entiende que hubiera diferencias entre el pensamiento de Aranda, que hablaba de una alta nobleza, que destacara tanto por mérito como por alta cuna, pues desconfiaba de arribistas golillas, y otros Grandes que sólo querían reservar los cargos a la alta nobleza, sin más.

La conspiración venía de más atrás y se había fraguado en 1806 cuando Juan de Escoiquiz, María Antonia de Nápoles (esposa del príncipe Fernando) y el príncipe Fernando, se pusieron en contacto con el duque del Infantado, duque de San Carlos, marqués de Ayerbe, conde de Teba, duque de Montemar, marqués de Valmediano, condes de Orgaz y Villariezo, y formaron un grupo de presión para expulsar a Godoy de la Corte, y en ello estaban cuando murió María Antonia de tuberculosis en 21 de mayo de 1806, y el proyecto se pospuso.

María Antonia Teresa de Nápoles esposa del príncipe Fernando, era hija de Fernando IV de Nápoles, hermano de Carlos IV de España. El 14 de abril de 1802 se hizo el contrato matrimonial. En julio de 1802 se hizo el matrimonio por poderes. El 30 de septiembre de 1802, María Teresa se presentó en Barcelona. El 4 de octubre de 1802, se celebraron los esponsales de Fernando con María Antonia Teresa, al tiempo que Francisco Jenaro de Nápoles se casaba con María Isabel de España. Fernando tenía ese día 18 años y María Antonia Teresa 17. Estaba enferma de tuberculosis cuando llegó a España. María Antonia Teresa quedó decepcionada del príncipe, al que consideró un infeliz, mal educado, sin instrucción ni talento, un tipo despreciable, pero decidió ser reina y reinar a través de su marido. Comprendió que tenía que deshacerse de Godoy y de la reina María Luisa. Intentó dirigir un grupo de nobles para asegurarse el poder, y en ese tiempo los del partido nobiliario fueron denominados “partido napolitano”. Tuvo dos abortos. Murió el 21 de mayo de 1806, quedando descabezado el grupo

En 1806, el partido fernandino había decidido acabar con Godoy, y Godoy iba a por ellos:

Fernando creía que Godoy quería ser rey y arrebatarle el trono. Los detalles que su madre tenía con el favorito le causaban temor y furor, fueran encaminados, o no, a quitarle el título de Príncipe de Asturias. O tal vez las insinuaciones del “partido fernandino” le habían hecho desvariar. Lo cierto es que odiaba a Godoy y a María Luisa, la reina.

Sabemos que a mediados de 1806, se había acusado a los servidores de palacio del príncipe Fernando de preparar un atentado contra la vida de los reyes: En 13 de julio de 1806, varios criados de Fernando fueron enviados a Filipinas, el penal español más alejado de España, con hasta 10 años de reclusión. Y desde entonces, Fernando permanecía vigilado. Fernando estaba rodeado de criados que eran espías de Godoy o de María Luisa. Pero Fernando lo sabía, y actuaba con plena doblez y fingimiento, y no era posible detectar los planes del grupo.

El partido nobiliario hacía una tertulia en Palacio, en los cuartos del príncipe Fernando (futuro Fernando VII), por lo que la expresión “el cuarto del príncipe Fernando” también hace alusión al grupo a que nos estamos refiriendo. En ese círculo culto y noble se pintaron, conocidas por nosotros, hasta 35 acuarelas de Goya, Maella y González Velázquez, con leyendas de mal gusto, dirigidas contra Godoy (30 en 1804 y 5 en 1807). En esos dibujos, Carlos IV era el rey de copas y María Luisa la sota de bastos. Fernando pagaba el trabajo de hacer copias y repartirlas por Madrid en las casas de los nobles, en determinadas tertulias y en ciertas tabernas.

En el “cuarto del príncipe Fernando” estaban:

Ignacio Jaime Nin de Sotomayor y Cetrillas duque de Sotomayor[3];

duque de Cervellón[4] (quizás Felipe Osorio de Castellvi);

duque de Medina de Rioseco[5] (quizás Francisco de Borja Téllez Girón);

duque de la Yarza;

Pedro Alcántara Álvarez de Toledo Salm Salm, XIII duque del Infantado[6];

José Miguel de Carvajal Vargas, duque de San Carlos[7];

María del Pilar Teresa Cayetana de Silva, duquesa de Alba[8];

María del Pilar de Silva Fernández de Híjar, esposa del duque de Alagón[9];

duquesa de los Llanos;

duquesa de Lerma;

marqués de Miraflores[10] (tal vez Carlos Pando Álava);

marqués de Somosiellos;

marqués del Rincón;

marqués de Belchite;

Ignacio de Arteaga e Idiáquez, marqués de Valmediano[11];

Luis Fernández de Córdoba y Benavides, marqués de Villafranca[12];

Pedro María Jordán de Urríes, marqués de Ayerbe[13];

Joaquín Crespi de Valldaura, conde de Orgaz[14];

Eugenio Eulalio Portocarrero y Palafox, (o Palafox y Portocarrero, según los casos) conde Teba hasta febrero de 1808 y conde de Montijo[15] a partir de febrero de 1808 hasta 1834;

José Ramírez de Haro y Ramírez de Arellano, conde de Bornos[16];

conde de Villariezo;

Julián Escosura;

José Carrancedo.

Y en el mismo bando estaban, aunque alejados de Madrid:

Juan de Escoiquiz[17], canónigo, preceptor de Fernando VII entre 1795 y 1799.

Juan Francisco de los Heros conde de Montarco[18].

E incluso se dice que estaban complicados Floridablanca y otros grandes políticos.

 

El 22 de septiembre de 1807, la Corte se trasladó a El Escorial, pues cambiaba de Sitio Real por temporadas del año.

Godoy, que sabía de la conspiración fernandina desde 1806, y sabía que iban contra él y contra la reina María Luisa, se propuso acabar con Fernando.

El 5 de octubre de 1806, Godoy elaboró un manifiesto llamando a los españoles a las armas. No se decía para qué, y se sobreentendía que contra Napoleón. Pero Napoleón venció en esos días en Jena y Auerstadt a los austríacos y aparecía como el general invencible en Europa. Godoy había metido la pata con su manifiesto, que intentó que pasara inadvertido. No pasó desapercibido para Napoleón, quien interpretaba que Godoy había intentado ir contra él. Pero cabe la posibilidad de que quisiera tener disponible el ejército contra la sublevación que esperaba. Para convencer a Napoleón de lo contrario, Godoy ordenó firmar un plan de colaboración con Napoleón, el vencedor en Europa, el 27 de octubre.

Los del partido fernandino creyeron llegado el momento de dar un golpe.

Godoy intentó otra maniobra: casar al príncipe Fernando

con María Luisa de Borbón Vallabriga, hermana de la mujer de Godoy. No se aceptó el plan.

Los fernandinos escribieron a Napoleón pidiéndole una mujer de la casa de Bonaparte, Estefanía Tasher, sobrina de Josefina.

A fines de 1807, Napoleón se entrevistó con sus hermanos José y Luciano Bonaparte y les consultó la posibilidad de casar a Fernando de España con la hija de Luciano Bonaparte, anexionarse para Francia el norte de España, territorios al norte del Ebro, y crear un Estado español completamente nuevo añadiendo Portugal, y derrocar a Carlos IV. Pero no hubo decisiones y se dejó que Junot siguiera su trabajo de ocupación de la península.

El 20 de octubre de 1807, nueve guardias de Corps del servicio del príncipe Fernando fueron apresados, conducidos en secreto a Madrid e interrogados sobre el golpe de Estado que preparaba el príncipe.

El 27 de octubre por la mañana, Carlos IV recibió un anónimo avisando de que el golpe estaba próximo.

Ese mismo día, por la tarde, Carlos IV entró en el cuarto de su hijo Fernando y requisó todos los papeles que había en él. Se encontró un escrito al rey acusando a Godoy, un escrito a la reina pidiendo que se prescindiera de Godoy, las claves para escribir cifrado, y muchas de las estampas, coplas y aleluyas que habían circulado por Madrid, desde hacía tiempo, criticando y satirizando a los reyes.

 

El 27 de octubre de 1807, era el mismo día de la firma del Tratado de Fontainebleau permitiendo la entrada de franceses en España. Evidentemente, en este tratado, Godoy estaba tratando de ganarse a Napoleón, ofreciéndole completar el bloqueo continental que Napoleón había ordenado el 21 de noviembre de 1806. La primera y segunda parte del mismo, cerrando Francia y Dinamarca, ya se habían hecho. La tercera era cerrar España y Portugal. El Tratado de Fontainebleau tiene relación con los acuerdos de Tilsit, de 7 de julio 1807 entre Francia y Rusia, y de 9 de julio de 1807 entre Francia y Prusia, en los que Francia había hecho la paz con ambas potencias, se habían prometido ayuda mutua, se habían sumado al bloqueo continental contra Inglaterra, y Napoleón había decidido quedarse con Etruria (que estaba en manos de los duques de Parma), los Estados Pontificios, y toda Italia, de modo que creando un reino de Italia cerrara el norte del Mediterráneo al comercio inglés. Godoy, ofreciendo Portugal a Napoleón, esperaba congraciarse con él, pero olvidaba el engaño que había tratado de hacer en la Guerra de las Naranjas de 1801, y la amenaza de 5 de octubre de 1806, que Napoleón no había olvidado. Godoy tenía muy buena memoria, y quizás pensase que a los demás se les olvidaban las cosas, pero Napoleón no era de esos. Godoy ofrecía colocar a los duques de Parma en Tras Os Montes, a un hombre de Napoleón en Extremadura portuguesa (Lisboa), y a sí mismo en los Algarves. Quizás, ya notaba que empezaba a ser impopular en España, y no le venía mal un reino en los cálidos Algarves. En Fontainebleau permitía la entrada en España de 25.000 franceses.

 

 

 

Fontainebleau, octubre de 1807.

 

El tratado de Fontainebleau[19] de 27 de octubre de 1807, firmado por Eulalio Izquierdo por España y por el general Duroc[20] por Francia, decidía acabar con la monarquía portuguesa alegando que Portugal no se sumaba al bloqueo a Inglaterra, y estaba aliada a ésta y a Sicilia.

En este tratado, Portugal se dividía en tres zonas: Miño y Duero pasarían a ser la Lusitania Septentrional y sería para el rey de Etruria (que a cambio cedería su reino de Etruria a Nápoles); Alentejo y Algarve serían para Godoy, declarado Príncipe de los Algarves; y la zona de Beira, Tras os Montes y Extremadura portuguesa, quedaban en depósito para un miembro de la casa de Braganza. Todos los reinos portugueses quedaban bajo la protección de España. España mantenía su integridad territorial, incluida América.

Hay una parte desconocida en este tratado, pues a Carlos IV se le trata como “emperador de las dos Américas” lo cual sugiere unas cláusulas secretas en un tratado más amplio. Teniendo en cuenta los planes de Aranda a fines del XVIII y los de Godoy a principios del XIX, de hacer reinos americanos gobernados por infantes de España, es posible que el reparto de territorios incluyera a América, y los territorios portugueses sólo fueran compensaciones a los que podían sentirse perjudicados. Estos planes secretos, y los sucesos incoherentes de Aranjuez, nos hacen sospechar que nos faltan conocimientos sobre los acontecimientos españoles de 1807 y 1808 en relación con Napoleón.

El plan de Napoleón, a menos hasta 1810, pudiera ser mantener a América unida y fiel a la corona española, pues con su fuerza naval no podía forzar la posesión de América frente a los ingleses. Una vez cambiada la dinastía de los Borbones por la de los Bonaparte, América caería como fruta madura. Otra cosa distinta fue la posición política después de 1810, cuando Napoleón impulsó la autonomía de las Juntas americanas, como medio de debilitar a la resistencia de los patriotas españoles. En 1808 era fundamental que las familias reinantes en España y Portugal no se fueran a América. Los británicos lo sabían y, en verano de 1808, ofrecieron a la Junta Suprema Central el traslado a América, y en 5 de octubre de 1808 insistieron en el proyecto garantizando la integridad de los territorios de la Corona española con la única salvaguarda de que si la integridad de la Península Ibérica era tomada por los franceses, se reservaban el derecho de reconocer la independencia de las “colonias” americanas. El punto de destino pensado para la Junta Suprema Central fue Santa Cruz de Tenerife, luego cambiado a México, y por fin a Caracas, que se consideraba más equidistante de todas las posesiones españolas. Nunca se realizó.

El 29 de noviembre de 1807, 8 buques, 4 fragatas y 24 mercantes salían de Lisboa llevando a la familia real portuguesa, a los nobles y al tesoro nacional, hacia Brasil. Con ellos iban los comerciantes británicos instalados desde hacía tiempo en Lisboa.

El 30 de noviembre de 1807 llegaban los franceses a Lisboa al mando del general Junot. Se encontraron el lugar “vacío” en cuanto a gente importante, y ello supuso un cierto fracaso de Napoleón, pues no había victoria militar o represión sobre los dominados. Nombraron entonces gobernantes de entre los comerciantes franceses de Lisboa y abrieron la “Legión Portuguesa”, un cuerpo de ejército que debía hacerse dueño de Portugal al servicio del emperador de Francia. El 1 de enero de 1808 declararon oficialmente depuestos a los Braganza y obtuvieron el asentimiento de la Iglesia católica. Pero la plebe atacaba a los franceses porque éstos abusaban de la hospitalidad del soldado. Entonces un tercio de los reclutas de la Legión Portuguesa desertó y el pueblo empezó a atacar a los franceses en ataques de tipo bandolero.

 

 

 

 

De octubre de 1807 a marzo de 1808.

 

En octubre de 1807, los ejércitos franceses estaban realmente en España: Joaquín Murat, cuñado de Napoleón, ocupó San Sebastián, Pamplona y Barcelona y se acercaba a Madrid. Carlos IV pensó en salir para América. Los fernandinos acogían de buena gana a los franceses, pero pedían a Napoleón que reconociera a Fernando VII y destituyera a Carlos IV.

El 30 de octubre de 1807, Carlos IV hizo pública la intención de Fernando de destronarle, y tal vez asesinarle. Carlos IV declaró que se había descubierto una conspiración contra Manuel Godoy y contra el propio rey, a fin de destronar a Carlos IV y coronar a Fernando VII.

El príncipe Fernando fue identificado como autor de la conspiración, y recluido en sus habitaciones.

El 5 de noviembre de 1807, Fernando delató a sus cómplices en el derrocamiento de Carlos IV: había sido ayudado por el canónigo Juan Escoiquiz; Pedro Alcántara de Toledo, duque del Infantado; Joaquín Crespí de Valldaura Leguina, conde de Orgaz; Pedro María Jordán de Urríes y Fuenbuena, marqués de Ayerbe, mayordomo mayor del Príncipe; Andrés Casaña, criado del Príncipe; Pedro Collado, criado del Príncipe; Fernando Selgas, criado del Príncipe; Juan Manuel de Villena y Fernández de Córdoba conde de Vía Manuel; Pedro Giraldo de Chaves, conde de Bornos; José González Manrique; Manuel Ribero.

Napoleón, que estaba en conocimiento de la trama, exigió que su nombre y el del embajador francés no saliesen en ningún documento. Napoleón pensó casar a Fernando con Carlota Bonaparte, hija de su hermano Luciano, pero le informaron de que Fernando era un inepto y no serviría a los intereses franceses en España, no por no tener voluntad de servir a los franceses, sino por no estar preparado ni intelectualmente, ni en su carácter. De 29 de diciembre de 1807 a 9 de enero de 1808, ofreció la Corona de España a su hermano José Bonaparte, que estaba en Venecia, pero éste no aceptó. Consideraba en muy poco a España, y prefería vivir en Italia.

Los conspiradores más conocidos, Escoiquiz, Infantado y Montarco, fueron desterrados de Madrid, y en otros casos, Orgaz, Bornos, Ayerbe, acusados de alta traición. Fernando, a instancias de su confesor Félix Amat, fue perdonado. María Luisa escribió, el 5 de noviembre de 1807, una carta pidiendo el perdón para su hijo Fernando y le fue concedido.

Godoy quería procesar al príncipe Fernando, pero los Grandes de Castilla dijeron que eso era competencia de las Cortes y no de Godoy. Fernando fue así salvado.

 

La situación subsiguiente a los sucesos de El Escorial fue muy mala en la Corte de Madrid: todo había sido ocultado, llevado a cabo con el mayor secreto, y los papeles quemados por orden de la reina. No había interpretación fundamentada sobre lo que había ocurrido, y los rumores crecieron: podía ser que Godoy hubiese organizado un complot para deshacerse del príncipe Fernando. De rebote, Napoleón, que apoyaba a Fernando, podía ser la esperanza de restaurar la justicia, acabando con Godoy.

De 1807 a 1808 fue Presidente del Consejo de Castilla, Arias Mon y Velarde[21], pero sabemos que Godoy actuaba como señor de todos los organismos de Gobierno. El Consejo de Castilla intentó revitalizarse asumiendo este asunto de El Escorial, pero fue anulado primero por Godoy, y más tarde por su propia inoperancia ante los sucesos de Aranjuez y de Bayona.

 

Portugal fue invadido en noviembre de 1807 y la familia real se refugió en Brasil. Los invasores eran tropas francesas y españolas. Y los franceses transitaban por suelo español como por su casa. Los ejércitos franceses admitidos en Fontainebleau, habían ido sobre Portugal inmediatamente (general Junot), pues estaban ya en la frontera española cuando se firmó el tratado, pero también sobre Gerona, Barcelona, Pamplona, y toda la línea Vitoria, Burgos, Valladolid. En enero de 1808, estaba terminado el proyecto de ocupación de España y Portugal, y España no se había enterado, no se daba por enterada de que estaba ocupada.

 

En 25 de enero de 1808, todos los encausados en el caso del motín de El Escorial, fueron absueltos por el Consejo de Castilla. El fiscal Simón de Viegas, hombre de Godoy, dijo que no se podían probar los hechos. Sin embargo, los complicados en la trama fueron desterrados a no menos de 40 leguas de Madrid (240 kilómetros). El pueblo de Madrid se alegró por la sentencia, que no condenaba al príncipe, y en el resto de España, la reacción fue parecida. Para entonces, Eugenio Eulalio Portocarrero y Palafox, que en ese año dejaría el condado de Teba a su hermano para ser desde este momento conde de Montijo, tenía el plan de intervenir militarmente con 12.000 hombres, que liberaran al príncipe y ejecutaran a Godoy. Infantado, Orgaz y Escoiquiz se opusieron al riesgo de una guerra civil, y el indulto calmó a todos.

Los miembros del tribunal que juzgó el caso de El Escorial habían sido escogidos cuidadosamente por el Secretario de Despacho de Justicia José Antonio Caballero, marqués de Caballero, quien luego estaría complicado en los sucesos de Aranjuez, y más tarde se pondría a las órdenes de José I. El fiscal Viegas llevaba la recomendación de que el príncipe debía salir libre. A cambio, Viegas pedía pena de muerte para Escoiquiz, Infantado y Orgaz. Eugenio Eulalio, que estaba muy enfermo esos días, reunió a los once jueces en su dormitorio y forzó la absolución de todos. El objetivo de esta decisión era hacer ver que el Consejo de Castilla era independiente del valido, que era quien pedía las condenas a muerte. Se alegó que la carta de Fernando a Napoleón pidiéndole esposa no era delito, ni motivo de traición, que la acusación de que quería matar a los reyes, sólo aparecía en el decreto de Godoy de 30 de octubre, pero no en los papeles de los conjurados, y que la denuncia de un golpe era un anónimo sin validez.

El resultado del proceso, con absolución final, provocó un odio popular contra Godoy, al que se consideraba un intrigante. Y resultó así, que el populista Godoy acababa odiado por el pueblo.

 

En enero de 1808 ya había 25.000 franceses en Valladolid, cerca de Madrid.

En 2 de febrero de 1808, Napoleón propuso al zar de Rusia la invasión de Turquía y posterior reparto de ese país entre los dos, lo cual significaba que pensaba adueñarse de toda Europa, desde Lisboa hasta el Bósforo. Nosotros opinamos, que también pensaba adueñarse de América, por lo que este punto nos resulta particularmente interesante.

El 9 de febrero de 1808 Napoleón ordenó que varias divisiones francesas pasasen los Pirineos y ocuparan Pamplona y Barcelona. Ese mismo día cambiaba el Tratado de Fontainebleau unilateralmente y decía, por medio de Eulalio Izquierdo, que entregaría el centro de Portugal a Godoy y a Fernando, pero a cambio de las tierras al norte del Ebro, que pasarían a ser francesas. Godoy se asustó mucho, pues no era tonto. Los planes de Napoleón podían incluir la deposición de Carlos IV, y eliminación del propio Godoy, por lo que sería prudente tomar una actitud como la portuguesa, ir de momento a Sevilla, y tal vez a América más tarde. No se quedarían en Madrid en medio de un ejército extranjero.

El 16 de febrero de 1808, Darmagnac tomó Pamplona.

El 28 de febrero de 1808, Duhesme tomó Barcelona, incluido Montjuich.

El 18 de marzo de 1808, los franceses ocuparon San Sebastián al oeste de los Pirineos, y Figueras al este. Son los pasos naturales entre Francia y España (otras fuentes dicen que Irún y San Sebastián fueron ocupadas el 6 de marzo).

A principios de marzo, Joachim Murat, duque de Berg, que había salido para España el 20 de febrero anterior, se puso al mando de 60.000 soldados en España y ordenó que Dupont y Moncey emprendieran la marcha sobre Madrid, con la excusa de asegurar Cádiz frente a los ingleses.

Para entonces, Godoy era plenamente consciente de que España y Portugal estaban desapareciendo para dar lugar a otros entes territoriales políticos. Ya conocía “las 18 cuestiones proponibles” de Napoleón en las que se preveía la anexión del norte de España a Francia, y la anexión de Portugal a lo que quedaba de España. Carlos y María Luisa aceptaron ir a Sevilla.

Carlos IV, aterrado, encargó a Godoy un plan de huida hacia América, igual al de los portugueses, y Godoy decidió que la Corte se trasladase a Aranjuez, en el camino de Madrid hacia Sevilla y Cádiz. El príncipe Fernando creía inocentemente, que los franceses venían a apoyarle a él y mandó hacer correr la voz de que salía forzado hacia Aranjuez. La parada en Aranjuez tenía como objetivo reunir algunas tropas para protección del rey.

Frente a la actitud cauta de Godoy y de Carlos IV, parece que el príncipe Fernando y su grupo de fernandinos pecaban de ingenuidad: Fernando estaba convencido de que los franceses iban a deponer a su padre y a coronarle a él, y ordenó un levantamiento para adelantarse al golpe y ofrecerse como colaborador de Napoleón después, lo que le daría más fuerza que si esperaba a los franceses. Fernando decía que era Godoy quien preparaba un golpe de Estado. Fernando decidió aceptar apoyo francés para evitar que el rey se les marchase y preparó una conspiración contra Godoy, que estaba fuera de lugar.

Todavía muy pocos en España desconfiaban de los franceses: los nobles consideraban que Napoleón era el restaurador de la paz y el orden, y la Iglesia que era el restaurador del catolicismo tras la revolución jacobina. Sólo el pueblo albergaba rencores contra los franceses, porque los soldados robaban de todo y abusaban de su derecho de albergue. Los franceses ocuparon Burgos e hicieron de la ciudad un cuartel general que ya no abandonarían hasta 1813.

En marzo de 1808, una vez sabido que los franceses habían ocupado las ciudades del norte, y que iban sobre Madrid, Godoy estaba convencido de que Napoleón iba a por España entera, y estaba decidido a llevar la Corte a Sevilla con la posibilidad de huir a América más tarde.

En 13 de marzo, Godoy ordenó concentrar las tropas españolas en puntos determinados a fin de que pudieran ser utilizadas en caso de necesidad. Junot lo impidió. Junot, el comandante francés de las fuerzas de ocupación de Portugal, había mandado dispersar las fuerzas españolas que le acompañaban, contradiciendo la orden de Godoy de que permanecieran unidas. Las cosas estaban clarísimas, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y muchos se negaban a mirar.

El pueblo español, engañado una vez más, o estúpido como masa, o práctico en el sentido de hacerse simpático al vencedor para sufrir menos, recibía a los franceses con alegría y festejos. Alguien había hecho correr la voz de que venían a expulsar a Godoy y poner en el trono a Fernando VII (el Deseado). Se trataba del mismo pueblo que dos meses después mataría franceses con saña y crueldad inenarrables (otra tontería que no llevaba a nada positivo). Pero Godoy estaba tratando de huir de los franceses, no por que vinieran a por él, sino porque iban a por la monarquía española. La marcha del rey fue interpretada erróneamente por las masas como un secuestro del rey, y apareció la furia popular contra Godoy.

El 15 de marzo, Godoy dio la orden de trasladar a Aranjuez las tropas españolas que aun quedaran en Madrid, a fin de proteger el rey. El coronel Carlos Velasco llevó la orden al Consejo de Castilla, y Arias Mon, su presidente, reunió el Consejo, y decidieron no obedecer la orden de Godoy hasta ser consultado el rey.

La noticia de que los reyes se marchaban de Aranjuez a Sevilla, encolerizó a los vecinos de Aranjuez, y también a los de Madrid, algunos de los cuales se trasladaron a Aranjuez.

El 16 de marzo de 1808, hubo una proclama de Carlos IV negando que estuviera huyendo y afirmando su amistad con Napoleón. Carlos IV y Godoy eran conscientes de lo que estaba pasando. Pero el Consejo Real se negó a concederles las tropas que pedían, con la excusa de que era Godoy quien quería destronar a Carlos IV, y no iban ellos a colaborar enviando tropas. El Consejo Real parecía ciego ante la invasión francesa, o de una estupidez digna de consideración.

 

 

[1] Enrique Giménez López, Conspiraciones de El Escorial y Aranjuez. www La página del arte y la cultura en español.

[2] Hay dos tratados internacionales con el mismo nombre,el de 27 de octubre de 1807 que afecta a España, y el de 11 de abril de 1814, de derrota de Napoleón ante Rusia. Las historias de otros países hacen referencia al segundo.

[3] Ignacio Jaime Nin de Sotomayor y Cetrillas, VI duque de Sotomayor. No tuvo descendientes naturales.

[4] Hemos encontrado al conde de Cervellón Felipe Carlos Osorio de Castellví Guzmán y Carroz, 1763-1815, VI conde de Cervellón, pero a ningún duque.

[5] Puede ser Francisco de Borja Téllez Girón y Alonso Pimentel, XIII duque de Rioseco.

[6] Pedro Alcántara Álvarez de Toledo y Salm-Salm, 1768 (ó 1773)-1841, XIII duque del Infantado, IX duque de Pastrana, IX duque de Extremera, X duque deFrancavilla, XI marqués de Távara, marqués de Santillana, marqués de Cenete, marqués de Almenara, marqués de Cea, Marqués de Campoo, marqués de Algecilla, marqués de Argüeso, conde de Saldaña, conde de Villada, conde del Real de Manzanares, conde del Cid, era descendiente lejano de Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa 1417-1479, II marqués de Santillana y I duque del Infantado, el hombre que defendió a Isabel la Católica frente a los portugueses, tras haber sido previamente partidario de Juana la Beltraneja. También era descendiente de Iñigo López de Mendoza y Luna, 1478-1500, II duque del Infantado que unió la fortuna de los Mendoza con la de los Luna (Álvaro de Luna) casándose con María Luna y Pimentel. Pedro Alcántara Álvarez de Toledo y Salm Salm, era hijo de Pedro Alcántara Álvarez de Toledo y Silva, XII duque del Infantado, y de María Ana de Salm-Salm. Era militar y había luchado en la guerra contra Francia de 1793 y en la Guerra de las Naranjas de 1801. Tan gran fortuna, apoyaba a Fernando VII en el golpe de El Escorial de 1807, y por ello había sido confinado en Écija, aunque absuelto en el juicio que soportó. En marzo de 1808, fue nombrado Presidente del Consejo de Castilla. El triunfo de Fernando VII en Aranjuez le rehabilitó y pasó a ser Presidente del Consejo de Castilla. En abril de 1808 acompañó a Fernando VII a Bayona. Volvió a España y los Bonaparte trataron de atraerle a su causa en 1808, pero Infantado se pasó al Gobierno rebelde de la Regencia y sus bienes fueron confiscados por los franceses. Obtuvo el mando del Ejército del Centro, pero tras el fracaso de Uclés, fue sustituido y, en 1811, estuvo como embajador en Londres. Regresó a España en junio de 1812, cuando se le había nombrado miembro de la Regencia. En junio de 1812 fue regente de España. En 1814 y hasta 1820, fue Presidente del Consejo de Castilla para Fernando VII. En mayo de 1823 presidió el Consejo de Regencia absolutista. Fue Secretario de Estado de 1825 a 1826. A partir de enero de 1826, presidió el Consejo de Estado, máximo organismo de Gobierno de hecho pues era la institucionalización de la Camarilla. En 1834 aceptaría a Isabel II, porque era realista moderado y se oponía a D. Carlos de Borbón y sus realistas exaltados. Murió soltero en 1841, y fue el último de los duques del Infantado. Su herencia la reclamó un hijo ilegítimo, Manuel Álvarez de Toledo Lesparre Salm-Salm y Silva en uno de los juicios que ha habido en España más seguidos por el público. El título pasaría en adelante a los duques de Osuna, cuando Pedro Alcántara Téllez Girón y Beaufort duque de Osuna ganó el título del Infantado y los bienes anexos al mismo.

[7] José Miguel de Carvajal Vargas y Manrique de Lara, duque de San Carlos 1771-1828, nieto de Fermín Carvajal y Vargas, I duque de San Carlos, hijo de Mariano Joaquín Carvajal y Brun, había nacido en Lima y fue ayudante del Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII. Participó en el Motín de Aranjuez de 1808, acompañó a Fernando VII a Bayona y se exilió a Valençay con Fernando VII. En 1814 fue Secretario de Despacho de Estado e inició la persecución de los afrancesados. Ese mismo año le sucedió en el cargo Pedro Ceballos Guerra. En 1826 fue miembro del Consejo de Estado, institucionalización de la camarilla que había hecho Fernando VII, lo cual era un cargo inferior y suponía su separación de la primera fila de los políticos.

[8] María del PilarTeresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo.

[9] El ducado de Alagón fue creado por Carlos IV en 1802 para Francisco Fernández de Córdoba y Glimes de Brabant (Brabante), también llamado Francisco Ramón de Espés.

[10] Probablemente Carlos Pando Álava, miembro de la camarilla de Fernando VII, cuyo hijo fue Manuel Pando Fernández de Pinedo, 1792-1872, quien sería Presidente en 1846 y 1863.

[11] Ignacio de Arteaga e Idiáquez, 1748-1817, IV marqués de Valmediano.

[12] Luis Fernández de Córdoba y Benavides.

[13] Pedro María Jordán de Urríes y Fuenbuena, 1770-1810, III marqués de Ayerbe, 1799 a 1810.

[14] Joaquín Crespí de Valldaura Leguina, XV conde de Orgaz, o Joaquín Crespí de Valldaura Carvajal, XVI conde de Orgaz.

[15] Hasta febrero de 1808, era VI condesa de Montijo María Francisca de Sales Guzmán Portocarrero Luna y López Zúñiga, 1754-1808, quien protegía una tertulia de tipo jansenista a la que acudían el sacerdote Antonio de Palafox, el canónigo Rodrigáñez, el canónigo Posada, el preceptor de los infantes Yeregui, el sacerdote Tavira, Amat, Jovellanos, los hermanos Cuesta… formaban un grupo político antigodoísta, aristocrático, masón, que fue detectado por Godoy en 1805, y vivieron apartados de la Corte.

Mª Francisca, la madre de los Palafox Portocarrero, estuvo casada desde 1768 con Felipe Antonio de Palafox y Croy d`Havré y Centurión, del que tuvo varios hijos, todos ellos destacables:

Eugenio Eulalio de Palafox Portocarrero, conde de Teba hasta abril de1808, heredó en abril de 1808 el título de conde de Montijo y cedió el título de conde de Teba a su hermano Cipriano. Fue el VII conde de Montijo, 1808-1834, casado con María Ignacia Idiáquez de Carvajal. Eugenio. En 1807 y 1808 fue el organizador de las conspiraciones nobiliarias contra Godoy, El Escorial y Aranjuez. Su vida es desconocida en la mayor parte de los tratados de historia. En su juventud se hacía llamar Felipe Palafox, lo que nos confunde un tanto, pero hay muchos más elementos de confusión: En 1808 se presentó en Sevilla intentando liderar el levantamiento de la Junta de Sevilla, junto a Francisco Palafox y el duque de Osuna, a lo que se negó el conde de Tilly, líder sevillano dirigente de la masonería. Eugenio Eulalio intentó ser nombrado Capitán General de Granada, pero no sólo no lo consiguió, sino que fue acusado y encausado por conspiración y apartado de todo cargo durante la guerra. En 1814, se declaró absolutista, visitó a Fernando VII en Valençay, y fue nombrado Capitán General de Granada, donde denunció a muchos liberales. En 1817, se decía que era la cabeza de la masonería en Granada, el centro masónico español más importante de la época, con control sobre otros centros de Madríd y de Cádiz. En la persecución de masones emprendida por Fernando VII en 1818 no fue molestado, lo que hace sospechar que era el hombre infiltrado en la masonería por el Gobierno. Y Eugenio Eulalio abandonó la masonería. Pero en 1820, ambos hermanos, Eugenio Eulalio y Cipriano, aparecen en una de las tres logias masónicas de Madrid (Libertad, Nuevos Comuneros, y Virtud Triunfante), concretamente en Amigos Reunidos de la Virtud Triunfante. Y en 1821 su liderazgo es echado abajo por Riego, el nuevo Gran Maestre. En 1820 se declaró simpatizante de la revolución liberal y consiguió ser capitán general de Valladolid, pero inmediatamente Amarillas le destituyó y eliminó del engranaje del poder. Murió en 1834.

María Gabriela Palafox Portocarrero, casada con Luis Rebolledo de Palafox y Melzi, X conde de Eril.

María Ramona Palafox Portocarrero, casada con José Antonio de la Cerda y Marín de Resende, VI conde de Parcent.

Cipriano de Palafox Portocarrero, conde de Teba 1808- 1834, VIII conde de Montijo, 1834-1839, que se casó con María Manuela Kirkpatrick, y tuvieron dos hijos que fueron María Francisca Palafox Portocarrero y Kirkpatrick IX condesa de Montijo, quien se casaría con Jacobo Luis FitzJames Stuart Ventimiglia Álvarez de Toledo Beaumont y Navarra, XV duque de Alba, y en segundo lugar, María Eugenia de Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Mora, quien se casaría con Napoleón III de Francia.

[16] José Ramírez de Haro y Ramírez de Arellano, 1791-1834, X conde de Bornos.

[17] Juan Escóiquiz, 1747-1820, era hijo de militar, y estudió en los jesuitas en Toulouse, y luego fue paje de Carlos III durante seis años. En 1767 fue canónigo de Zaragoza, hasta 1789, pero vivía en Madrid con esperanza de progresar en la Corte, y se colocó como sumiller de cortina en el Palacio Real. En 1795, Godoy se había fijado en él y le recomendó para preceptor del príncipe empezando sus labores en 1796. En 1798, cuando cayó Godoy, Escóiquiz hizo un intento por dar otro salto hacia arriba en la Corte y presentó a Carlos IV una “Memoria sobre el interés del Estado en la elección de buenos ministros”, donde criticaba a Godoy y sugería la presencia del príncipe Fernando en el Consejo de Estado para irle desfogando. SE mostró como un hombre lleno de odios, que malmetía a todos contra todos. En 1799, se convirtió en sospechoso a los ojos de Godoy y fue alejado de Madrid. Se le envió a Toledo con una canongía y un arcedianato, es decir, buenas rentas. Escoiquiz odiaba a Godoy, y estuvo en la conspiración de 1807 contra los reyes. En 1808, tras el golpe de Aranjuez sería rehabilitado. Aconsejó desde la camarilla a Fernando, a finales de abril, llegarse hasta Bayona y acompañó a Fernando VII en el viaje. Napoleón pronto conoció la poca valía de este hombre y le confinó en Bourges. En 1814 sería rehabilitado por Fernando VII haciéndole ministro de Gracia y Justicia y siguió maquinando y malmetiendo, acabando preso en Murcia.

[18] Juan Francisco de Los Heros y de la Herrán, conde de Montarco, había sido durante 1803-1805 presidente del Consejo de Castilla.

[19] El significado de Fontainebleau en la historiografía francesa es otro distinto al de la española, y hace referencia a una reunión de mariscales franceses de 1814, que aconsejaron a Napoleón rendirse y aceptar su cautiverio en Elba.

[20] Gerard Christophe Michel Duroc, 1772-1813, gran mariscal del palacio de las Tullerías, era el encargado de la seguridad personal de Napoleón. En 1808 fue nombrado duque de Frioli. Se casó con la española María de Hervás. Murió tras la batalla de Bautzen, el 23 de mayo de 1813.

[21] Arias Mon y Velarde nació en Asturias, estudió Filosofía en Oviedo, Derecho en Ávila viviendo con su tío el obispo Romualdo Velarde Cienfuegos. Fue Alcalde del Crimen en Zaragoza. En 1791 estaba en el Consejo de Estado. En 1807 presidió la Junta para juzgar los sucesos de El Escorial. En 1808, tras ser presidente del Consejo de Castilla, huyó a Francia, fue apresado, y murió en París en 1811.